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Cuando Baudilio Brito (restaurante El Esquinazo, La Laguna, Tenerife) supo de la existencia de Cárnicas Lyo (la empresa de Aladino y Óscar Juan, que ha elevado la carne de buey y vaca gallegos a un valhalla impensado con sus técnicas radicales de alta maduración), descolgó el teléfono, habló con Aladino, colgó y, de inmediato, salió hacia el aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife) para pillarse el primer avión a Madrid.

Música recomendada: Fly me to the moon (Frank Sinatra)

Baudilio se cegó con la luz de Lyo, sí; pero, lejos de caerse del caballo como le ocurrió a San Pablo, fue aquella luz la que lo espoleó y lo hizo cabalgar sin freno hacia lo que él ya había soñado, aunque no había sido capaz de aprehender en vigilia.

Baudilio, economista de profesión, sintió como tantos otros grandes chefs autodidactas la llamada de la cocina. Y no dudó. Junto a su mujer empezó con algunos pequeños restaurantes hasta que su primer El Esquinazo, en el barrio de San Benito (La Laguna, Tenerife), hizo sonar las campanas. Cocina canaria de nivel, platos tradicionales orgullosos de materia prima y, como “guest stars”, las carnes: el cordero, el cochinillo, la vaca… Tanto alboroto crearon los badajos que a los tres meses de abrir ya llenaban cada día, y hablamos de 2013, con la crisis todavía serpenteando entre manteles y cubiertos. Mas con los años, la situación se hizo insostenible y ni en la calle cabían ya los admiradores que pretendían mesa. Había que tomar una decisión.

Salón-terraza. Barra entrada. Nevera Cárnicas Lyo. Restaurante El Esquinazo. La Laguna (Tenerife). Fotos: Xavier Agulló.
Salón-terraza. Barra entrada. Nevera Cárnicas Lyo. Restaurante El Esquinazo. La Laguna (Tenerife). Fotos: Xavier Agulló.

Hace tres años, una conocida y espaciosa tasca de dos plantas que había vivido bajo diversos nombres, fue la solución. Capaz para 200 pax, con perfectas instalaciones y ubicada justo al lado de La Concepción, el corazón del patrimonial casco antiguo de La Laguna, tomó con jovialidad los hábitos de Baudilio y se convirtió en El Esquinazo actual. El éxito, claro, no cesó; se multiplicó.

Con una clientela insobornable y desde la discreción mediática, Baudilio entonces descubrió su Damasco: las imposibles piezas de buey y vaca de Lyo. Desde la apertura del nuevo restaurante, Baudilio quería dar un paso más; y los dio todos de golpe. “Mi idea era ser el mejor restaurante de carnes de Canarias, el referente, y con Aladino y Óscar y sus maduraciones lo he conseguido”. Efectivamente, El Esquinazo es el único restaurante de Canarias que dispone de las piezas de Lyo, algo que comparte sólo con lo más selecto de la gastronomía cárnica nacional. Canarias, no lo olvidemos, es una Comunidad que ama con pasión la carne, y con la decisión y el empuje de Baudilio ha llegado por fin a la cima.

La comida (felicidad) en El Esquinazo (basada en una historia real)
La gran apuesta de Baudilio y El Esquinazo es por esas carnes de buey y vaca de altísima maduración, que las transforman en mucho más que carne, en un producto diríase taumatúrgico, fruto de una alquimia sutil que, lejos de las potencias que se podrían pensar a priori (muchos hablan de estas maduraciones rock and roll sin haber probado el material de Aladino), proveen de unos cromatismos y unas suavidades casi metafísicas. Esas chuletas (raras joyas) no llevan a territorios raros, ni a establos ni cueros viejos… No, esas chuletas, oxímoron polinómico de tersura y untuosidad y numinosidad, llevan a paisajes de refinadas complejidades, de texturas ontológicas y de sabores (sensaciones) caleidoscópicos. En realidad, son una experiencia metagastronómica en sí mismas.

Gofio. Carpaccio. Tiradito. Tartare. Restaurante El Esquinazo. La Laguna (Tenerife). Fotos: Xavier Agulló.
Gofio. Carpaccio. Tiradito. Tartare. Restaurante El Esquinazo. La Laguna (Tenerife). Fotos: Xavier Agulló.

Pero el viaje iniciático hasta “la iluminación de la carne” en El Esquinazo no es trivial. No. Sin él, probablemente, no captaríamos la magia global del restaurante. Sabemos que el viaje es parte fundamental de la gloria del destino…

Si cuando entremos en El Esquinazo miramos a la izquierda, veremos la nevera especial para quesos. Pocos pero obsesivamente seleccionados en Canarias, Península y Europa (preferentemente Francia). “Estoy detrás de un queso que se elabora en la zona de París, con una cabra rara, y que está a 240 euros el kilo”, sonríe Baudilio. ¡Exijo whatsapp urgente cuando llegue! Si miramos al frente, los dos tótems, las dos neveras especialmente acondicionadas para las grandes carnes Lyo. Más allá se intuye el deleite… Debo decir que -ventajas del oficio- me pedí visita a la cocina para ver la parrilla y que, allí mismo, donde descansaba, atemperándose, nuestra chuleta (buey con un año de maduración, “aunque voy a por más”), degusté someramente su grasa en crudo, etérea y fina, con matices de inaprensible delicadeza. No me pasa inadvertida la desafiante Carpigiani del fondo, diosa de los helados, otro de los arrebatos de Baudilio.

La epifanía: la chuleta. Restaurante El Esquinazo. La Laguna (Tenerife). Fotos: Xavier Agulló.
La epifanía: la chuleta. Restaurante El Esquinazo. La Laguna (Tenerife). Fotos: Xavier Agulló.

Puestos ya en mesa, y con la promesa de una “horizontal” de Bodegas El Sitio (varietales prefiloxéricas en Tacoronte, Tenerife) no obstante la cuidada carta de vinos peninsulares, dejamos brotar el Malvasía Aromática para empezar a tomar contacto organoléptico con un chimichurri de enamoradiza cremosidad, una crema de aguacates tinerfeños y el detalle de unas olivas sféricas.

El primer apunte, una versión osada del desayuno canario, un revuelto de gofio con azúcar invertido y almogrote. Provocador, sin duda… Prosigamos. Las sardinas de Santoña, pletóricas, mórbidas, descansan sobre unos pimientos asados y se alegran con el señorío del vinagre macho en caviar. Para celebrar la primera parte del menú, una especie de tiradito de salmón y pex mantequilla con papaya, fresas y berros, frescura que reforzaremos con un helado de mojito, línea de salida hacia la concupiscencia y la sicalipsis desatadas.

El tartare, prácticamente a pelo, sólo con un ligerísimo toque de mostaza, de caviar de soja y de unas estoicas virutas de foie gras para matizar la emoción. La carne en su munificencia, la untuosidad como patria

De menos a más. De “horizontal” (acaba de aparecer el Vijariego Negro) a “horizontal” (el buey Lyo de un año de maduración: carpaccio para perder el norte entre suavidades y erotismos, y, francamente, ni hace falta el ligero toque de crema de trufa… A veces el “integrismo” es una virtud, y así lo expresa Baudilio con el tartare, que viene prácticamente a pelo, sólo con un ligerísimo toque de mostaza, de caviar de soja y de unas estoicas virutas de foie gras para matizar la emoción. La carne en su munificencia, la untuosidad como patria.

Llega por fin el gran momento, anunciado estentóreamente por el Baboso Negro: la chuleta. Y el mundo se trastoca. Con un enloquecedor punto de parrilla… Fundencias y tersuras, noblezas ecuestres, delicado umami, expresionismo abstracto…
Y entonces ya es el realismo mágico

El Esquinazo
Marqués de Celada, 15

Tel. 922 28 98 57
San Cristóbal de La Laguna (Tenerife)
Cierra el lunes
Precio medio: depende de la pieza de carne que pidas y de su maduración

 

Éste fue el último restaurante al que fui antes de “la devastación”. En Madrid, a dos días justos del estado de alarma. Consejo pertinente (comme toujours) de Alberto Luchini. Melancolía…

Música recomendada: The song of the sea goat (Pete Sinfield)

Me resulta inevitable, al pensar en la Premiata Forneria Ballaró de Madrid, recordar la Premiata Forneria Marconi (la banda de rock progresivo de Milán en los 70, producida por Peter Sinfield, no la panadería del mismo nombre en cuyo sótano ensayaban), porque la denominación es un homenaje a aquel grupo. Un homenaje que le han rendido dos grandes de la cocina italiana de Madrid –Rafael Vega, ex Piu di Prima, y Angelo Marino, Mercato Ballaró y la llorada Taverna Siciliana– unidos por la amistad y la pasión por la cocina italiana y la pizza. Con Sandro Pattaro (ex Martin Berasategui) a los mandos y el orgullo de un irresistible horno de leña.

Los dos amigos (antes competencia) lo tuvieron claro. Eclecticismo culinario e Italia. De esta suerte son capaces de elaborar unos crujientes arancini, de ragú y de espinacas, para preparar al comensal a la pinsa romana, uno de los hits, especie de pizza ovalada hecha con tres tipos de harina (trigo, arroz y soja), masa madre larga y una hidratación del 80% para conseguir ligereza. Verdad: de lardo, grelos y nueces.

Ya te digo... Premiata Forneria Ballaró. Madrid. Fotos: Xavier Agulló.
Ya te digo… Premiata Forneria Ballaró. Madrid. Fotos: Xavier Agulló.

Muestra de la heterodoxia del establecimiento es la presa ibérica tonnata, sí, haciendo swapping de carnes. Desde los Abruzzo llegan los sparone (pasta rellena enrollada de espinacas y ricotta), puro amor, y… Pasta y pasta: ravioli de bacalao mantecato, con un toque picante y llenos de glamour; y tagiatelle de yema a las tres carnes, y lo que quede para el gato. Incluso más pasta: ravioli de presa ibérica con ‘nduja y salsa de mascarpone y pistacho. Tiramisú, escuela de promiscuidades, y cannoli.

Que lejos queda ahora aquella noche en Chamberí, que compartimos alegremente con el amigo y chef Jonay Hernández, de La Vieja, en Mallorca… Melancolía.

Premiata Forneria Ballaró
Santa Engracia, 90. Madrid

Tel. 915 93 91 33
Terraza abierta. Take away y a domicilio
Precio medio: 30 €

Dos visitas hice al Nielsen de Santa Cruz poco antes de la Desolación: resumo aquí ambas para dar una visión más completa de Danny Nielsen, su singular chef danés, un hombre capaz de rockear la mesa con intensos platillos nórdicos y de sofisticarla con la “grande cuisine” y chispazos de creatividad. Algo parecido a la felicidad… Ya está abierto.

Música recomendada: Midnight tale (The Bulgarian Voices Angelite)

El Callejón del Combate, recoleta vía peatonal salpicada de bares y terrazas en el centro de Santa Cruz, es el lugar que eligió el empresario hostelero Rafael Macía para devolver, como socio, al cocinero danés a la capitalidad, tras una trayectoria tinerfeña que lo encumbró en la isla como must de alta cocina y la molicie atmosférica. “Champagne y champagne”, clama siempre Danny cuando el comensal de acomoda en la mesa. Danny, formado en diversos hoteles y restaurantes de Europa, es capaz, como decía, de armonizar su infancia de sabores nórdicos con composiciones clásicas y otras propias, de lanzar potencias y seducir sutilezas. De hacer de una comida o una cena una experiencia de luxe.

Champagne y champagne. Y nosotros preocupados… Con una sala que invita, por estética y servicio, a abandonarse al hedonismo despreocupadamente, Danny, cuya atención a los detalles finales de las elaboraciones es casi siempre intachable, te puede recibir (champagne aparte) con un caldito de cocido con tomillo y limón y… unos impecables blinis con caviar oscetra y crema fresca. Cocinero de registros… Respetuosa con el producto (sí, la materia prima es otra de sus obsesiones) es la ostra, epifánica, con el swing del mango, el sésamo y el picante.

El taco de atún rojo (Balfegó) se viste con un huevo frito de codorniz, cherries pasificados y trufa, en una propuesta a la que quizás le faltaría algún peak más cañero. Todo un golpe de efecto es el plato de láminas de freygaard (rara y reputada vaca finlandesa de la raza Ayrshire criada como un bebé mimado), de una intensidad lasciva, casi como un embutido, que ahúma Nielsen en su propia máquina (elegancia) y que acompaña con papas hasselback y unos tomates de Guía de Isora que jamás conocieron cámara. Hit consolidado. No será difícil adivinar que todo ello desemboca en un carro de quesos loco, con 60 variedades que se van turnando, y que en esta ocasión fueron, elegidos por Daniela, la maître fromager, el Langres, el Gaperon de matices a ajo y pimienta, el Abondance y el Fourme d’Ambert. Casi nada.

Volviendo al lugar de los hechos: el Wellington de Danny
Cuando Danny Nielsen hace la semana del solomillo Wellington, hay hostias. Ríete del “Beaujolais Nouveau est arrivé” francés. Esto ocurre mucho menos de lo que los fervorosos de esta receta grandilocuente quisieran, pero así son las cosas, porque “lo hago todo estrictamente al momento, para cada comensal, y esto me requiere un gran trabajo”. En fin…

Esta segunda visita, sin embargo, sí me coincidió. Ya te digo… Pero, como siempre, el champagne. Bollinger. Así se empieza en Nielsen, y no se acaba. El ritual, en esta nueva aventura, comenzó con uno de los incunables de la casa, el tartare de arenque sobre pan de centono, un clásico danés, de cremosidades irreales que aquí se elabora con caballa, ahumada en caliente maison, con yema y rábano. Entrando por la puerta grande… Ostras Guillardeau, porque podemos. Ensalada de pera nevada de Stilton, queso fetiche de la casa. Taco crujiente de sashimi de vieira con sésamo, aceite picante y lima, sensualidad. Cherne a la bilbaína (vinagre de plátano) con papas negras fritas, cocciones perfectas.
Y, claro, el Wellington. Servido en gueridón por el propio Danny, con jamón ibérico y trufa.
Lo que te decía antes de la felicidad…

Nielsen
Callejón del Combate, 9

Santa Cruz de Tenerife. Tenerife
Tel.: 822 10 23 64
Cierra: domingo y noches de lunes, martes y miércoles
Precio medio: 55 euros

Instalados ya en la Fase 2, me propongo recuperar el relato de algunos de los restaurantes que visité antes del “estallido”. Empezando por este peruano mucho más que notable que enaltece el Sur de Tenerife y ya está abierto. Fina y precisa la mano de la chef, Rosalía Díaz

Música recomendada: Leaving of Liverpool (Shane Macgowan)

Brilla entusiasta el sol sobre Los Cristianos en este mediodía que está pidiendo a gritos una cerveza helada. O dos. Finalmente, la fresca terraza del Qapaq se hace realidad y la densa espuma en los labios aleja definitivamente de la mente la caliginosa forja urbana.

Rosalía, la cocinera, no es poca cosa. Aunque ya hace 13 años que vive en la isla, donde se ha prodigado en diversos restaurantes y hoteles de lujo sureños, se formó en su Perú natal con el gran Gastón Acurio, en el Astrid y Gastón de Lima y, por si esto fuera poco, entró en España por Lasarte, sí, con Martin Berasategui. Estas dos circunstancias le han conferido, a saber: un profundo e ilustrado conocimiento de las tradiciones y cosmopolitismos peruanos, mucho más allá de la sota, el caballo y el rey; y todas los conceptos y técnicas y gestión culinaria y uso de gran producto de la más afilada y exigente cocina contemporánea. Armada de esta suerte, se decidió el pasado año por fin. Y se hizo Qapaq (“poderoso y noble”, y también “oloroso”, en quechua).

Ceviches, tiradito, causas. Restaurante Qapaq. Los Cristianos. Tenerife. Fotos: Xavier Agulló.
Ceviches, tiradito, causas. Restaurante Qapaq. Los Cristianos. Tenerife. Fotos: Xavier Agulló.

Por tanto, colegas, mucho más que ceviches. El fino estilete de Rosalía no tiembla sin embargo con la famosa receta, que en sus manos adquiere tintes gloriosos y hasta extravagantes, si es que somos carne de peruano al uso. Sí, los ceviches de Qapaq son un viaje inmediato a la garúa limeña: el clásico de lubina, con poderosa leche de tigre, batata, cancha, ají, cebolla y cilantro se ofrece impecable y equilibrado; y el de langostino, mejillón, calamar, pulpo, leche de tigre, ají, batata y parchita, brillante y lenitivo como el mar que transcurre más allá, hacia la playa de Las Américas.

Se nota que en la cocina de Qapaq hay mucha diversión, mucha alegría, mucha intensidad. Pero con el rigor berasateguiano, por supuesto. Véanse el tiradito de salmón y los calamares rebozados a la limeña, que se deben alegrar “digitalmente” con las salsas de ají (amarillo y panca). Naturalmente, las causas limeñas, obligadas no sólo por cultura gastronómica peruana, sino por ser Tenerife productor de las exquisitas papas antiguas originarias de allí desde hace 500 años y siguiendo. Tremendo trío: de ventresca atún y espinacas; de pollo y ají amarillo; y de pulpo y pimiento asado con crema de aguacate.

Restaurante. Lomo. Anticucho. Picarones. Restaurante Qapaq. Los Cristianos. Tenerife. Fotos: Xavier Agulló.
Restaurante. Lomo. Anticucho. Picarones. Restaurante Qapaq. Los Cristianos. Tenerife. Fotos: Xavier Agulló.

Fiesta sensorial. Y refinamiento: ejemplares las gyozas de ají de gallina, concreción y ensoñación. Y contundencia picosa: anticuchos de pollo, tío, poderosos.
La entrada al mundo chifa y al espectacular wok de hierro se celebra con el afamado lomo saltado, en este caso de la parte del solomillo, porque aquí se vuela alto con la materia prima. Y con el arroz chaufa con langostinos y pollo de corral, todo un ejercicio de precisión en las cocciones.

En tiempo dulce la cosa no baja. Estudiar un tiempo con Paco Torreblanca es lo que tiene… Sopa de lúcuma acariciando un bizcocho de almendras tocado de helado de mascarpone. Frescor y diversidad al que sigue un cheesecake de alta cremosidad sonriendo de helado de mango. Como final nostálgico, unos picarones (“recuerdo cuando los comía de niña, en la calle”), rosquillas a base de harina, calabaza y batata bañados en miel de palma (guarapo gomero) en vez de la panela sudamericana.
Muy remarcable, el Qapaq.

Qapaq
Avenida La Habana, 14

Los Cristianos. Arona. Tenerife
Tel.: 922 52 81 44
Cierra: lunes
Precio medio: 35 euros

Confinado en La Guancha (norte de Tenerife, bajo el Teide), canceladas todas las naves, me propongo escribir aquí un diario en el que repasaré las últimas páginas de mi cuaderno Midori, los postreros restaurantes que he visitado antes de los abruptos cierres… Pero, para empezar, qué mejor que uno de los cuentos del Decamerón de Bocaccio, porque es inevitable el fatal paralelismo…

Casi todo el mundo que ha visitado Tenerife en alguna ocasión sabe lo que es un guachinche: un establecimiento de comida popular en el que se sirven los vinos cosecheros durante la temporada de los mismos. La gracia está, no obstante, en saber cómo elegir. Lo de siempre. Y ante la duda, el Zenón, en El Sauzal.

No me resulta fácil encontrar chefs creativos que me sorprendan, no por calidad, perfección y hasta excelencia, que los hay y muchos, sino por personalidad. Hablo, claro, de cocineros poco conocidos, no ubicados en el candelabro. Me ocurrió hace ya unos años con Miguel Ángel Mayor en Arola (actualmente en Sucede*, Valencia). Y hace unos meses con Abraham Artigas en Terra. Este es su menú imposible. Porque Abraham ya no está ahí…

Cris Hernández, periodista por inquietud y cocinera por emoción, se ha escorado hacia lo sentimental frente a lo canallesco y su recién abierta cafetería plus + boutique gourmet, Sabela, ya es un inevitable suceso en la capital tinerfeña. Sus brunch de firma levantan fervor… Hoy, el de Braulio Simancas.

Ya puedo considerar a Armando Saldanha, chef mexicano apalancado en Tenerife desde hace un montón, como un viejo amigo. Fue él quien me mostró hace años, en su seminal (y revelador) Amaranto, que en la isla había vida (mucha) más allá de las papas y el mojo. Comparto además con él fervor nostálgico por Puebla, lugar donde ambos la soñamos en colores…

Especulaba Benjamín Lana en un reciente y revelador artículo sobre las texturas como parámetro definidor de las vanguardias (frente a los sabores), y lo hacía analizando la opinión al respecto de Josean Alija, uno de los grandes de la creatividad táctil como herramienta de trabajo. La reflexión no pudo ser más acertada…